Entrecolycol, Murcia

Entrecolycol (o ‘Entre col y col’) constituye la apuesta de Alfonso Egea -chef murciano con amplia experiencia y fama en el suereste español- por traer a Murcia un tapeo de autor, con elaboraciones originales y un aire informal. El sello de este chef, galardonado con una Estrella Michelín por su trabajo en Casa Alfonso, está presente en toda la carta de Entrecolycol, basada fundamentalmente en platos al centro y ciertas referencias en carnes y pescados.

La decoración del local es uno de sus puntos fuertes, donde destaca el original botellero que cubre por completo una de sus paredes y que está iluminado por numerosos leds violetas. En la sala podemos optar por mesas altas o bajas, estas últimas dispuestas a modo de bistró francés quizás demasiado juntas entre sí. 

He tenido la oportunidad de visitarlo cuatro o cinco ocasiones en el último año, gracias a lo cual he podido explorar en profundidad la mayoría de los platos de su la carta. Hoy os traigo mi última visita, en la que no faltaron algunos de los que para mí son imprescindibles y nos tiramos a la piscina con otros tantos. Empiezo con los que para mí son básicos en cada visita: los buñuelos de bacalao y el bikini de brie con trufa. Los primeros los elaboran a la perfección, rebozado crujiente y corazón meloso, muy suave. Los bikinis son emparedados a la plancha con mantequilla, queso brie y trufa negra; sabores que casan muy bien y hacen las delicias de los amantes de estos hongos. El nombre de bikini le viene de Barcelona, donde al sándwich se le llama así por la Sala Bikini, donde se servían con frecuencia (¡gracias Wikipedia!).  

Aprovechamos para pedir unas croquetas de jamón, de las cuales me estoy volviendo poco a poco un fetichista en parte debido a Pesadilla en la Cocina y Chicote. Los que veáis el programa sabréis que él nunca pierde la oportunidad de probar las croquetas de los restaurantes a los que va y ha creado un argot peculiar para describir a éstas. Las croquetas me gustaron aunque se salen de la tónica general por los tacos de jamón en su interior, lo que les aporta consistencia sin sacrificar la bechamel y puede llevarnos al error en un principio de creer que estamos ante otra croqueta cementosa más. 

Al centro optamos por un salmón marinado con manzana y huevas de pez volador y unas alcachofas con jamónPara nuestra sorpresa el plato de salmón era una ensalada -mi subconsciente me traicionó pensando que se trataría de un tartar- en la que al salmón en tacos lo acompañaban la manzana, lechuga iceberg y las susodichas huevas, muy crujientes. La ensalada la aliñan con mayonesa, lo que para mi humilde gusto mata el sabor del salmón (¿mejor quizás una vinagreta?). El plato de alcachofas en cambio fue todo un acierto, con más jamón que alcachofa, muy bien presentado y el toque justo de sal.

Finalizamos con una sopa de frutos rojos aromatizados con amarettooriginal y con un sabor a crema pastelera muy agradable. Los frutos rojos -arándanos y frambuesa congelados- nadaban en el fondo y en la superficie una fina capa de crujiente caramelo y azúcar glas. 

Como podéis apreciar son platos muy sencillos pero bien elaborados con ingredientes conocidos de sobra  por todos. En  lo que respecta a la bodega cuentan con buenas referencias aunque optamos por pedir el vino por copas, sirviéndonos un buen tempranillo D.O.Rioja. Como aspecto negativo señalaría la falta de una cocina más estacional, ya que la carta se mantiene inmutable a lo largo del año y en pocas visitas acabas memorizándola de carrerilla.   Del resto de la carta os recomendaría: las cocas -sobre todo la de vegetales y anchoas-, el tomate partido con salazones, las sardinas, el rabo de toro y la crema de queso como postre. En cambio no son mi fuerte ni el pulpo -demasiado duro para mi gusto- ni la hamburguesa. Cierro esto comentándoos que en la Dehesa de Campoamor tenéis el hermano gemelo de Entrecolycol, con el mismo nombre, y también el antes mencionado Casa Alfonso.

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Moshi Moshi, Murcia

Y con esta hacen cuatro, cuatro las entradas que le he dedicado a la comida japonesa en Murcia. A día de hoy es imposible negar lo evidente: me gustan los japos, y me gustan más cuando hacen las cosas bien. Allá por el año 2009, yo -como muchísimos murcianos- era un ignorante en este terreno (más allá de alguna experiencia frustante en el extinto Fujiyama de la Plaza San Juan) y con Ensosushi se me abrieron los cielos.

Hecha esta presentación no os extrañará que cuando los de Ensosushi abrieron su segundo restaurante en la ciudad mi curiosidad se despertara. En Moshi Moshi -que vienen a ser las palabras con las que contestan los japoneses al teléfono- me he encontrado una versión más informal del primero, con una carta más reducida y descargada de toda la liturgia que acompaña a su ‘hermano mayor’. Creo que a la hora de pedir es preferible decantarse por los ‘combinados’, sobre todo con vistas a mimar el bolsillo. Aquí os muestro el que probamos nosotros, el de 22 piezas con ensalada. Es el más completo de la carta, abarcando entrantes (4 gyozas), ensalada (unomono) y una selección de sashiminigiris y uramakis.

Para dos personas puede quedarse corto, ya depende de cada uno si lo completa con más piezas de sushi, algún platillo caliente (ramenyakisobayakitori) o si bien lo redondea con un postre.

Me gusta como empieza el menú, con la ensalada sunomono en la que el ingrediente fundamental son las láminas de pepino. El resto de ingredientes de la ensalada -a saber: gambas, sepia, fideos de mar y sésamo de wasabi– redondean el conjunto, aliñado todo con una vinagreta japonesa. Son sabores a los que no estamos acostrumbrados pero que a un servidor que escribe le encantan.

Además, valoro mucho que no se limiten a clavarte con la clásica lata de algas ya aliñadas como hacen en muchos japoneses de tres al cuarto. Las empanadillas o gyozas las cocinan primero al vapor para después pasarlas por la plancha. No son congeladas -o a mí por lo menos no me lo parecieron- y me gustaron bastante, no he tomado unas iguales en la ciudad.

El plato fuerte del menú es el pescado: sashimi de atún, salmón y vieira (4 uds. de cada uno), nigiris de atún (uno para cada uno) y uramakis de sésamo. La calidad del pescado no decepciona, es similar a la que ha coronado a Ensosushi como un restaurante de alta cocina. Lo presentan muy bien, sobre una base de rábano hilado, y es ver el color de las piezas presentadas para darte cuenta de que la cosa va en serio.

Por poner un ejemplo, el color del ‘atún perfecto’ para servir crudo debe ser sonrojado sin llegar a sangrante, como en las piezas que os muestro. Cuando la carne del atún tira a marrón o presenta manchas negras es debido a la coagulación de la sangre y lógicamente la calidad baja. Yo en esto lo tengo bastante claro: son muchos los riesgos de un pescado crudo mal manipulado, es importante cuidar lo que te acabas llevando a la boca.

En los postres no corren muchos riesgos. es donde más clasicazos se muestran ya que no vemos ni rastro de dulces japoneses: mousse de café, flan de chocolate, cremoso de yogurt, bizcocho con chocolate o esta leche frita que os muestro son sus propuestas. La leche frita que nos recomendaron -aquí delicia de canela– que probamos estaba bien, servida con una bola de helado de turrón para el juego frío/caliente.

La estética del comedor encaja con la esencia del restaurante, informal, con manteles individuales y escasa decoración. Me gustan los dibujos que decoran desde los cristales hasta la carta, donde se muestran elementos cotidianos de la vida y gastronomía japonesa con su correspondiente pronunciación y que logran sacarte una sonrisa.

Disponen además de una barra donde poder contemplar como preparan las piezas de sushi a la vez que cenas. De la carta de vinos poco puedo decir porque no tomamos, pero no creo que encontremos referencias excesivamente caras. 

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Horno de La Colegiala {I Quedada Bloggers Gastronómicos Murcianos}

Este 23 de Febrero he tenido la suerte de poder asistir a la I Quedada Bloggers Gastronómicos Murcianosiniciativa que ha contado con gran acogida entre los que a cocinar/fotografiar comida nos dedicamos. La idea ha surgido de un grupo de bloggeras que hartas de leer sobre eventos de este tipo en otros blogs se han armado de valor y han decidido importarlo a nuestra Región (<<¡Aplausos!>>). Como el evento ha contado con dos partes bien diferenciadas, la primera en el horno de pan de La Colegiala en El Raal y la segunda en el restaurante La Marimorena en Molina, he optado por dedicarles una entrada a cada una y así poder extenderme a gusto sin que esto se os haga ‘más largo que la mili de Rambo’.

El tiempo acompañó al principio de la jornada y pudimos elaborar la masa al aire libre, con un sol maravilloso. David, el estupendo panadero que nos acompañó toda la mañana y nos explicó los intringulis de la elaboración del pan, mezcló agua, harina y levadura y poco a poco los bloggeros nos fuimos animando a meter la mano y pringarnos para darle un aspecto consistente a la masa. Una forma sana y productiva de hacer músculo en los brazos a la vez que resolvíamos todas nuestras dudas existenciales sobre panadería («¿Qué es la famosa masa madre?» «¿Cuántos tipos de levadura existen?»….).

Una vez preparada la masa llegó el turno de amasarla y darle forma. David nos explicó las dos técnicas más empleadas: la tradicional, realizando movimientos circulares de arriba a abajo sobre la mesa, y la francesa, golpeando la mesa con la masa. A la hora de darle forma cada uno tiró por su camino y se vieron tanto clásicas barras alargadas como panes circulares, barras trenzadas y roscas. En este punto destacaron  los que habían asistido a cursos sobre panadería -como Carlos, de ‘Vegetal y tal‘, que aunque no se pringó nos dio buenos consejos- y los bloggers más dulces -como Adela, de ‘Mmm, ¡Que bien huele!‘- con la experiencia que la repostería te aporta.

Tras el duro trabajo los amigos de La Colegiala nos ofrecieron un energético tentempié a base de pan con aceite, el almuerzo de los panaderos. Lo acompañamos con una buena charla en la que aprovechamos para conocernos un poquito más entre nosotros.

Puesto el pan a fermentar a una temperatura óptima, entre los 32 y los 35ºC, David nos hizo de guía durante la visita a las instalaciones de La Colegiala. Me asombró que desde un horno tan tradicional en cuanto a instalaciones y tamaño se surtiera de pan recién hecho a todas las colegialas de la Región de Murcia. Esto último es posible gracias a que durante toda la semana el horno tiene un horario 24h non stop, con tres turnos de trabajo, salvo el sábado, el día de descanso en panadería por tradición.

Fermentado el pan, David nos explicó los últimos pasos previos al horneado. Cuidadosamente colocamos el pan sobre una mesa y les hicimos el dibujo de la corteza con un cuchillo. Uno a uno, David los fue colocando sobre las yandas en las que se iban a hornear. Me llamó mucho la atención que estos últimos pasos se realizaran a escasos metros de la tienda que La Colegiala tiene en el propio horno de pan. De hecho muchos clientes y vecinos de El Raal que en ese momento compraban su pan de la mañana se interesaron por nuestra presencia allí.

Y finalmente, después de 25 minutos aproximados de horneado, aquí está el premio a todo el esfuerzo. Creo que en las fotos se nota el orgullo que siento por mi primera rosca de pan (lo siento chicos, la que realizas de pequeño en la Granja Escuela no cuenta). No será la mejor barra de pan -ni siquiera la que mejor sabe- pero, como pasa con los hijos, para mí es la mejor del mundo.

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